Vista desde el espacio

Lo que queda de la Escuela. Se notan los cimientos de las salas de kinder a 2do., el de las oficinas y el patio cubierto y el del gimnasio. En el lugar de las salas de 3ero. a 5to. hay mas vegetación. Es muy probable que los dos árboles arriba de la sala del 2do. año los hayan plantado para el dia del árbol el año ´65 y ´66.

Guillermo Herrera ("Memo")

(En la esquina sureste de la Plaza vivía nuestra Encina)




lunes, abril 04, 2011

Recuerdos: Lota y Concepción, años ´60s


"Héctor Parra e Hilda Araya
(El Bío-Bío se vistió de colores y celeste arcilla luminosa en su hogar)

Primera Parte (borrador)


“Y sigo caminando calendarios
Sigo dando vuelta en un reloj
Todo se termina en un suspiro
Y huye alado el eco de la voz
Vuelta y vuelta
Planetas y estrellas
Y vuelta y vuelta
Planetas y estrellas…”


Vuelta y vuelta
Congreso y Gatti

Mi más antiguo recuerdo acerca de los Parra se viene con ese olor siempre presente durante la mayor parte de mi niñez, el que perenne e imparable invade las casas y departamentos de Concepción, en donde la humedad hace nidos en roperos, camas y sillones con su avanzar de anguila anfibia, de congrio curioso de rincón.

Rincones que en esa que fue su casa también habitaban unas botellitas de bebida tamaño liliput y sus cajitas amarillas de madera y otros pequeños artefactos y juguetes que ansiosos esperaban cada semana nuestras visitas.

Al igual que “Pulgarcito”, el poodle de la casa conocido por todos como “El Púlgar”, bola de ricitos negros, señor de la alfombra bajo la mesa del comedor y de otros lugares secretos en donde escondía sus huesos y muñequitos con olor a sebo, el que condescendiente compartía con nosotros los pequeños.

Y en esa de las primeras que fueron…


“Y sigo caminando calendarios
Sigo dando vuelta en un reloj”


Es una tarde de invierno, están acostándome en una cama helada y llorando no quiero que pongan un guatero con agua caliente, es probable que haya tenido algo de un año o poco más, me tapan con las sábanas y dan un autito rojo de modelo de esos de principios de siglo, un “folleque”.

Se viene la presencia cariñosa de la “Mamita Hilda”, a su lado mi madre, las acompaña algún niño de los sus hijos y luego calientito, me arrullan y todo se difumina en un suave sueño, cierran la puerta de la habitación.

Durmiendo feliz en el segundo o tercer piso del edificio frente a la Estación Central de Concepción, mi querido segundo hogar en una de las dos ciudades que simultáneamente me cobijaron cuando niño, se vienen mis historias en “El tiempo del sueño” como lo llaman la gente de Ulurú, allá en Australia…

Eternidad eterna en donde todo es posible.


LAS GRANDES VISIONES del Hombre a la altura de los hombres




En el hall central de la estación de trenes existe un mural que cubre las paredes cercanas al techo, habitan allí los seres que a la altura de los ángeles nos hablan acerca de los mundos que existen en la mente infinita de los hombres.

Ángeles-mujeres que con sus cuerpos color de la tierra nos enseñan nuestros orígenes, con su olor azufroso que inunda sus colores y visiones en la oscuridad de sus secretas humedades.

Las paredes impregnas con el humo del carbón de las locomotoras, enormes moles que resoplando nos llevan al ir o venir de viaje a Lota o en llegando desde la capital, con sus barbas de metálicas ballenas vaporeantes, con su aliento caliente que estremece mi edad menor.